Tibú y Teorama concentran el ‘infierno’ de la guerra en el Catatumbo

Tibú y Teorama concentran el ‘infierno’ de la guerra en el Catatumbo

Hace 46 días el conflicto armado comenzó una nueva etapa en el Catatumbo. La tensa calma propiciada por el pacto de no agresión que había entre la disidencia del frente 33 de las Farc y el Eln se rompió, desatando el infierno por la disputa del territorio, el control de las economías ilegales y la consolidación de la expansión.

El 16 de enero de 2025, cuando todavía Norte de Santander y Colombia no salían del impacto por el cruel asesinato del funerario Miguel Ángel López, su esposa y su pequeño hijo de nueve meses, la noche del día anterior en la vía Cúcuta – Tibú, una nueva masacre se registró, esta vez en la zona rural de Teorama, al norte del departamento.

Se trataba de la muerte de cuatro hombres, dos de ellos firmantes de paz, quienes presuntamente cayeron en medio de combates entre ambos grupos armados ilegales.

Ese hecho significó el estallido de una olla a presión, que se venía calentando peligrosamente desde mediados de 2024, luego del cese bilateral al fuego y el congelamiento de las negociaciones con el Eln, que pese a las advertencias de las autoridades,  organizaciones sociales y de derechos humanos no se le prestó atención sino hasta cuando ya fue tarde.


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 A la fecha, el número de víctimas se sigue contando. Y es que de acuerdo con el boletín del Puesto de Mando Unificado de la Gobernación de Norte de Santander, hasta el 26 de febrero cerca de 55.000 personas fueron forzadas a  desplazarse del territorio, alrededor de 24.000 seguían confinadas y el registro de asesinatos supera los 70.

Este recrudecimiento de la alteración de orden público ha impactado principalmente a Tibú y Teorama que, a la fecha, concentran el mayor número de homicidios dejados por esta guerra en el Catatumbo: 59 de un total de 76, luego de registrar en medio del conflicto 36 y 23 muertes, respectivamente.

Y es que juntos, estos municipios habían sumado 31 asesinatos en 2024 según Medicina Legal, lo que quiere decir que en un mes largo de este año incrementaron en un 95% su índice de homicidios, sin contar que a 2025 le quedan más de 300 días y el fin de la violencia no se vislumbra.

¿Qué pasó en Teorama?

En esta nueva etapa del conflicto armado en el Catatumbo, Teorama es uno de los escenarios más aterradores, toda vez que en su territorio han tenido  lugar dos de las masacres más grandes.

La primera, el 16 de enero, con la que se abrió la puerta a esta nueva escalada violenta, y la segunda el 26 del mismo mes en el corregimiento La Cecilia, cuando fueron secuestradas y ejecutadas por presuntos integrantes de la guerrilla del Eln 13 personas, entre quienes se encontraban tres menores de edad.

Para las autoridades, estos hechos hacen parte de la lucha encarnizada por el territorio. Y es que por su ubicación y topografía Teorama -con una extensión de 852 kilómetros cuadradoses un sector estratégico para los grupos armados ilegales, que terminan estableciéndose en el lugar.


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En este sentido, el personero Celso Rincón comenta que históricamente el municipio ha tenido presencia tanto del grupo armado organizado 33 frente de la disidencia de las Farc como del Eln.

“Somos una región fronteriza con Venezuela y pues da la posibilidad de todos estos trayectos que hay dentro de las actividades del narcotráfico”, explica, y añade que estas prácticas ilegales a su vez se ofrecen como oportunidades de negocio al campesino para mejorar su calidad de vida.

Al describir territorialmente a Teorama, precisa que cuenta con más de 100 veredas y 7 corregimientos, además de una comunidad indígena. “Todo esto ha llevado a que la administración local no de abasto para solventar las cargas y las necesidades que tiene la región”,  añade el personero.

En este contexto, “el abandono por parte del Estado, la falta de diversificación de los cultivos, de apoyo al campesinado y la inmersión del uso de la hoja de coca, dio pie para que en Teorama se empezaran a concentrar actividades del narcotráfico”.

Además recuerda que poco a poco estas estructuras armadas ilegales fueron permeando todo el territorio. “Controlaban las rutas, algunos quehaceres, el tema de impuestos y vivían como en armonía, hasta que comenzaron a surgir diferencias y ya los acuerdos de convivencia entre ambas organizaciones pues no estaban del todo positivas y empezaron a generarse los roces”.

Luego estalló el polvorín que degeneró en asesinatos, desplazamientos, amenazas y confinamientos, impactando directamente al campesinado, donde familias enteras, cuyos miembros pertenecen  a uno u otro grupo, terminaron enfrentadas y matándose entre sí.

De ahí surge el lamentable saldo de 23 homicidios en tan corto lapso de tiempo,  según datos oficiales, pero que tal vez sean más, teniendo presente lo que dice  Rincón, que a raíz de los subregistros la cifra de víctimas mortales puede estar por el orden de los 60.

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